Casi ochenta mujeres te entregan una verdad revelada tras enfrentarse a sí mismas durante ocho horas seguidas. Sus materiales fueron sencillos: un foco, un lienzo grapado a un bastidor de madera, varios pinceles, un poco de trementina y seis barritas de pintura. Sostener la mirada es un acto complejo. Medir las proporciones de un rostro que se cansa con el paso de las horas y descubre la importancia del tiempo lento, del silencio, de encontrar la fuerza para sumir quién es realmente, es un trabajo duro.
Estas mujeres son autoras y objetos de representación. Su quietud les pertenece. También su carne y su capacidad de entrega. hacen con ellas y con su imagen lo que quieren hacer, y rompen los mecanismos que activan los dramas de su poder. Aquí no hay complacencia ni piedad. Sólo fortaleza. Han venido al mundo a poner espejos. A compartir procesos. A construirse también desde lo colectivo. Por eso tampoco hay cartelas: la obra es una. Una sola mujer sostiene la mirada.
Paula Bonet
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